Test Drive • Jeep Cherokee Trailhawke: Nueva imagen, esencia intacta
Ante la aparición de tantos SUV, el universo de quienes optan por carrocerías de este tipo se amplió y diversificó lo suficiente como para que el mapa de compradores de la categoría sea bastante más complejo que hace una década atrás.
Los eligen para estar a la moda, por espacio para la familia, o porque cada tanto bajan del asfalto a algún camino de tierra, y por supuesto que siguen estando los más puristas del off-road. Para este último perfil de usuarios sigue habiendo una oferta genuinamente todoterreno dentro de un escenario en el que se mantienen las marcas que producen los más auténticos vehículos para las prácticas fuera de ruta.
Jeep es sin dudas una de esas compañías, de hecho, la hoy perteneciente al Grupo FCA fue marca pionera en esta tradición mediante el original Willys creado especialmente para la guerra. Su portfolio en el mercado local va desde Renegade –el menor de la familia- hasta un Grand Cherokee SRT, pasando por el interminable Wrangler, el Compass y el Cherokee, que a la Argentina viene únicamente en esta versión Trailhawk.
Los tiempos cambiaron y la evolución tecnológica, mecánica y estilística, llevaron a que hoy la firma americana tenga en este modelo a uno de sus mayores íconos atravesando una generación que poco tiene que ver con la anterior por su apariencia claramente más jugada.
El dibujo de la silueta marca un quiebre dentro de la historia de la compañía, en especial por el formato puntiagudo del frontal.
Estética como punto de inflexión
Si bien al verlo venir de lejos se lo identifica claramente como un Jeep por la firma de las barras verticales de su parrilla, el dibujo de la silueta marca un quiebre dentro de la historia de la compañía, en especial por el formato puntiagudo del frontal que adopta ópticas bien rasgadas y por ende una mirada “achinada”. Es el sector más llamativo del vehículo y el más polémico si se quiere, porque puede tener tantos defensores como detractores.
Lo cierto es que el resto de la carrocería apela a la clásica fórmula del fabricante por las generosas superficies de chapa, los prominentes pasos de rueda –cubiertos por plásticos que se extienden a todos los bajos del vehículo- y las vistosas llantas de 17 pulgadas pintadas en negro mate. La caída de la luneta en combinación con el corte vertical del portón y las también rasgadas ópticas, le aportan una dosis de equilibrio como para contrarrestar todo lo futurista del morro.
Lucir el emblema Trail Rated significa que cuenta con licencia para el desempeño en los terrenos extremos y, al mismo tiempo, trae consigo algunos accesorios exclusivos que lo certifican, como los ganchos de remolque en color rojo (dos adelante y uno atrás), los paragolpes modificados para mejorar los ángulos de ataque y de salida, y también la franja negra que decora el capot. Se lo ve fuerte, bien plantado e inspira confianza, cuestión que en off road es importante.
Buena vida a bordo y generosa dotación
La calidad de materiales y terminaciones es de buen nivel y denota el esmero característico de la industria norteamericana. Espacio amplio, butacas anchas y cómodas e insonorización bien lograda. Superficies soft, apliques metálicos, otros en símil aluminio y una decoración sobria, marcan presencia en un ambiente de lo más agradable. Tablero con relojes analógicos y un display central (7” y tipografía retro) para la computadora, forman parte del puesto del conductor que encontrará ubicación a gusto con sólo accionar el ajuste eléctrico de la butaca y mover la columna de dirección en ambos sentidos. En el centro del panel se destaca la pantalla táctil de 8,4” del multimedia Uconnect que incluye navegador, cámara de retroceso, ajustes varios, audio y conexión Bluetooth, entre otros. El listado se completa con climatizador bizona, techo panorámico, encendido por botón, sensores delanteros y traseros, como lo más destacado.
Si son dos los que viajen en las plazas traseras, irán cómodos, salvo que superen el 1,85 metro de altura, porque las cabezas rozan el techo. La central es menos anatómica y no es muy recomendable para largos trayectos. Para destacar es el reglaje longitudinal y la reclinación de los respaldos de ese sector.
En materia de seguridad el listado también es extenso, como corresponde a un modelo de esta clase. Controles de tracción y estabilidad, asistencia de arranque en pendientes, ganchos Isofix, control de descenso, siete airbags y monitoreo de presión de neumáticos, entre los ítems más excluyentes. En definitiva, tiene lo más importante, aunque si nos ponemos exigentes le podemos reclamar algunos asistentes como el detector de punto ciego o la alerta por cambio involuntario de carril. Nada grave, pero serían un buen complemento.
Con reductora, bloqueo de diferenciales y la ayuda del “Select-Terrain” se defiende sobradamente en las superficies menos benévolas.
Mecánica solvente
Más allá de que la tendencia es hacia los motores más chicos y menos gastadores (el famoso concepto “downsizing”), Jeep quiso ser purista en serio y montó en el Cherokee el naftero V6 de 3.2 litros que desarrolla 271 CV de potencia y un torque de 32,1 kgm. Un propulsor al mejor estilo yanqui por su entrega contundente, pero de forma progresiva para que prime el confort de marcha. Combinado con esta caja automática de 9 marchas se muestra elástico por sus correctas recuperaciones y una vez que supera la franja de las 3.500 rpm pareciera transformarse porque cambia de humor de manera notable y hasta lo acompaña con un intenso ronquido. La tarea de la transmisión es dosificar la potencia con suavidad y mantener el consumo en parámetros saludables (unos casi 8 l/100 km a 100 km/h) mientras se lo trate con respeto, pero cuando se le pide respuesta, el Pentastar responde y ahí las cifras trepan hasta los 15 litros que puede llegar a registrar en el recorrido urbano.
Por momentos la notamos algo lenta en reacciones en el paso de marchas e incluso en modo manual desde el selector. En materia de performance y teniendo en cuenta que el peso está cerca de las 2,5 toneladas, la ecuación termina por redondear cifras lógicas como el 0-100 en 9,5 segundos y unos 185 km/h de velocidad final.
Soberbio comportamiento
Diagrama de suspensiones a la americana por la configuración mullida para lograr desplazamientos suaves y una buena absorción de golpes. Dirección de muy correcta y precisa asistencia eléctrica para un manejo de lo más agradable en ciudad porque hace todo fácil, al margen de su imponente tamaño y su radio de giro amplio. En ruta viaja a puro confort y manifiesta buenas tenidas en curvas. ¿Y fuera del asfalto? Como se trata de un 4x4 de ley, tiene tracción integral inteligente que en condiciones normales desconecta el eje trasero y lo acopla ante una mayor exigencia. Además, cuenta con reductora y bloqueo de diferenciales y una yapa: el Select-Terrain, que opera con cinco configuraciones: Auto, Nieve, Sport, Arena/Barro y Piedra. Con todo esto –cada modo hace sus correspondientes regulaciones y adaptaciones electrónicamente- se defiende sobradamente en las superficies menos benévolas.
Con una mejorable garantía de 2 años sin límite de kilometraje, el Cherokee Trailhawk llega desde Estados Unidos a un precio de 69.000 dólares, otro signo de que está dirigido a los más exquisitos y puristas que –con un generoso bolsillo- justifican la inversión defendiendo cada uno de los argumentos que el modelo presenta.•
Fotos: Johnnie Rik
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