Denver, Colorado: Una ciudad con sabor especial
Textos: Ana Bouzas / Fotos: Andrés Canet
Larimer Street es la calle más concurrida, con bares, restaurantes y tiendas a cada paso.
Cuando se menciona a la ciudad de Denver solemos asociarla con el paisaje montañoso de los cercanos centros de esquí. Sin embargo ésta se ubica en un amplio valle cercado por las famosas montañas rocosas. Con trescientos días de sol al año, se convierte en un destino ideal para visitarla en cualquier momento.
Por cuarto año consecutivo fuimos invitados por el comité Visit USA al International Pow Wow (IPW), la feria de turismo de los Estados Unidos para el mercado internacional y local más conocida como Pow Wow a secas. El significado de este nombre está muy asociado al estado de Colorado, debido que su definición más moderna representa el evento donde los nativos americanos se reúnen a sociabilizar, honrar su cultura, cantar y bailar. Y en definitiva ése es el espíritu que impulsa este evento de turismo.
Antes de aterrizar nos llamó la atención la arquitectura del aeropuerto, que visto desde arriba parece una gran torta con copos blancos de merengue, pero la realidad es que representa a las montañas cubiertas de nieve durante el invierno. Pero su arquitectura no solo es vanguardista por fuera sino que su moderno interior esta decorado con obras de arte y esculturas que lo hacen sumamente atractivo. De aquí al centro hay tan solo 37 minutos en tren y es muy fácil conectarse con éste. Durante el recorrido, las autopistas, las siluetas de los edificios y los colores del atardecer se mimetizaban con las montañas de fondo, dando una agradable primera impresión del lugar.
La ultima parada de este tren es Denver Union Station, la cual se encuentra en el corazón de esta pequeña urbe. Se trata de la vieja estación de trenes construida en 1881, y aunque su fachada luce intacta, por dentro es un moderno edificio recientemente remodelado donde podrá disfrutar de un buen café, una rica comida o una refrescante cerveza. A pocos minutos de ahí el Crowne Plaza Hotel nos esperaba para un buen descanso antes de comenzar un nuevo día.
Terminal de trenes Union Station
A la mañana siguiente lo primero que hicimos fue salir a caminar por sus calles para descubrir la ciudad. Ellas resguardan joyas de la arquitectura desde la época victoriana y sus posteriores siglos XIX y XX, que se combinan a la perfección con el estilo contemporáneo plasmado en los apenas dieciseis rascacielos del centro de la urbe. A pocas cuadras de nuestro hotel se encuentra el Centro de Convenciones de Colorado, uno de los edificios modernos más importantes de la ciudad. En él se destaca el famoso oso azul de 12 metros de altura que mira hacia el interior del edificio observando atento lo que sucede en las instalaciones.
Su gente es amable y su estilo de vida es informal. Esto queda reflejado en su calle principal, la 16th Street, donde los comercios, los bancos, bares y restaurantes se amalgaman con las botas, camisas y sombreros de vaqueros que nos recuerdan su pasado con la fiebre del oro y el viejo oeste. Tiendas como Overland o Rockmount Ranch Wear lo ayudarán a verse como un verdadero cowboy, eso sí, a cambio de unos cuantos dólares.
Al final de esta calle principal se encuentra otra más antigua: Larimer Square, donde sus edificios victorianos de ladrillo rojo lo harán viajar en el tiempo. En ellos hoy se albergan exclusivas boutiques, galerías de arte y restaurantes de chefs independientes con propuestas de comida mediterránea, asiática, latinoamericana y comida experimental. Decorada con banderas de todas partes del mundo esta elegante calle nos recibió para un brunch con un espectáculo culinario para los más de 500 periodistas que asistieron a la feria. Puestos de comida regional, productos locales y por su puesto, la infaltable cerveza, cuya producción es la mayor del país. (ver pág. 34). Estos se combinaron con artistas del grafiti y músicos que le pusieron el toque artístico a esa fresca mañana.
Al ser la capital de Colorado, la ciudad tiene gran cantidad de sitios y edificios relacionados con el gobierno. Su capitolio, uno de los más destacados, conserva en su cúpula (recubierta en oro de 24 quilates) el legado que dejó la fiebre del oro. Frente a éste, el Civic Center Park (una enorme plaza arbolada), posee el memorial Voorhies y el edificio de la Administración Pública, otra magnífica obra de arquitectura. Pero el más interesante de todos, al menos para los turistas, está muy cerca de allí, y es la Casa de la Moneda, donde se fabrican aproximadamente 32 millones de monedas estadounidense por día. Se puede recorrer y ver el proceso de fabricación de las mismas, algo que lamentamos no haber podido hacer.
Otra de las cualidades de Denver es que es una ciudad extremadamente cultural. Cuenta con infinidad de cines, teatros, galerías de arte y museos, tal vez más de los que pueden llenar sus poco más de 700.000 habitantes. Por eso suena increíble que tengan uno de los edificios más importantes del país en este rubro: El Denver Performing Arts Complex. Solo en él se alojan diez salas de teatro con una capacidad para diez mil personas.
La tienda de Overland, sobre la 16th Street es un verdadero clásico
Recorrer sus exquisitos museos también es muy agradable. Nuevamente, la escasa población hace que éstos estén prácticamente vacíos. Los más interesantes resultan ser el Denver Art Museum (ver pág. 38); el Museo de Historia de Colorado que permite conocer un poco más sobre la historia de los colonizadores, indios, pioneros, cowboys y buscadores de oro; el Museo de Buffalo Bill´s (con su tumba incluida), que nos remonta a la vida del legendario William F. Cody a través de sus pertenecías; y el Museo de Naturaleza y Ciencia.
Los amantes del deporte no pueden dejar de visitar el Colorado Mile High Stadium, sede del equipo de fútbol americano local Denver Broncos, ídolos y famosos por haber ganado tres finales del Super Bowl (1998, 1999 y 2016). La fiesta inaugural del IPW se llevó a cabo aquí, donde conocimos un poco de la historia de este fantástico equipo e ingresamos a su imponente campo de juego, a la vez que también pudimos experimentar como se viven las cuatro estaciones del año en Colorado, con espectáculos, juegos, gastronomía y buena cerveza.
Como en casi toda gran ciudad de Estados Unidos, las compras son el motor de la actividad económica. Y si de comprar se trata, en Denver encontrará más de 500 tiendas departamentales, galerías y boutiques donde gastar su dinero. La más interesante de todas las opciones es el distrito comercial Cherry Creek Shopping Center, con tiendas muy reconocidas y marcas de lujo. Nosotros fuimos, no por curiosidad, sino porque nos ganamos doscientos dólares para gastar en sus tiendas. Pero cruzando la calle de nuestro hotel teníamos el Denver Pavilions, otra muy buena opción con marcas más accesibles como H&M, Forever21, Uniclo, Gap, y Victoria´s Secret entre sus tiendas y afamados restaurantes como el Hard Rock Café para deleitarse durante algún almuerzo o cena.
Como podrán apreciar, la vida en esta ciudad es muy tranquila. No posee grandes tentaciones, pero ofrece una calidad de vida muy particular. El tránsito es muy ordenado, hay bicisendas para los ciclistas por todos lados y la gente es muy respetuosa y atenta. Tal vez no sea la ciudad para quince días de vacaciones, pero sí aprovecharla en su paso por ella para llegar a los destinos de nieve y outdoor de sus alrededores como Aspen, Snowmass, Vail y Breckenridge entre otros. Entre todos completarán una experiencia muy satisfactoria, de esas que se trasmiten de boca en boca.•
16th Street, la arteria principal de la ciudad
El capitolio conserva en su cúpula (recubierta en oro de 24 quilates) el legado que dejó la fiebre del oro.
Interior de la estación de trenes Union Station.
El Red Rocks Park alberga el anfiteatro a cielo abierto más famoso de los Estados Unidos
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