Suspendidos en el aire
Tomar un paseo en globo aerostático sobre las ciudades de Orlando y Kissimmee, ver la vida silvestre y el hermoso paisaje desde una cesta de mimbre son parte de la aventura que ofrece Bob´s Balloon.
La emocionante travesía comenzó antes del amanecer. Luego de que el piloto determinó la dirección del viento fuimos trasladados al lugar del despliegue. Ahí nos encontramos con más globos, todos dispuestos a elevarse por el aires. El despegue es suave y placentero, y pronto estuvimos volando por los cielos, rodeados de otros globos de diferentes tamaños y divertidos colores que hicieron aún más emocionante el viaje.
El destino es incierto, el viento es quien dirige este tipo de viajes, por lo cual cada recorrido será distinto y especial. El vuelo tuvo una duración de aproximadamente una hora, donde se alcanzaron los 140 metros de altura y donde solo escuchamos el ruido ocasional de las ráfagas de gas que se disparan para mantener el globo sostenido en el aire.
Desde la canasta se pueden ver los parques, las mansiones, los campos de golf, las zonas pantanosas y alguna que otra persona agitando sus manos, pero sin duda el cielo lleno de globos brinda un paisaje que no deja de sorprender.
Todo marchaba de maravillas hasta que escuché a Bob decir que los aterrizajes suelen ser más accidentados que los despegues, y comenzó a darnos instrucciones específicas de lo que debíamos hacer durante el mismo. En ese momento recordé a varios familiares de Bob mientras me aferraba a la canasta como si mi vida dependiera de ello. Y es que no me gustan las alturas. Bob nos dijo que una vez que la cesta toque tierra, la propia fuerza del globo que aún seguirá inflado y empujado por el viento seguramente la volteará y arrastrará unos cuantos metros, junto con las seis personas dentro.
Pero la cosa estaba a punto de ponerse más fea. Y es que a falta de un sitio llano para aterrizar, Bob decidió apuntar a una pequeña franja de césped rodeada de altos árboles. Una maniobra un tanto ajustada que nos dejó atascados entre las ramas mientras el globo intentaba continuar su camino. A fuerza de machete y con la acción de todos los presentes logramos librarnos de las garras de la naturaleza y aterrizar con cierta calma, eludiendo el presagio catástrofe.
Una vez finalizado el viaje un brindis con champagne acompañado de un buen desayuno americano dieron por terminada este inolvidable viaje.•
FOTOS: Andrés Canet